viernes, 23 de abril de 2010

VISITA DEL PAPA PABLO VI



Por aquella época faltando muy poco para la visita del Papa al barrio, el diario el Tiempo decidió entrevistar al párroco de la iglesia Santa Cecilia, y retrata como era el barrio en 1968, año de la visita de Su Santidad.
"Este barrio es una construcción de ladrillo, lo que nosotros decimos en nuestra jerga colombiana, a lo machetero".
"El barrio cuenta con una junta parroquial compuesta por seis sectores, cada sector cuenta con 9 personas, ellos son los que han trabajado en el enbellecimiento del barrio y en los otros preparativos para la visita del Papa el proximo sábado".

Finalmente el padre confiesa que no ha tenido tiempo para visitar la barriada casa por casa por casa y calcula que necesitaria cerca de 3 años para realizar dicha labor pastoral. Lo cual nos daría una idea del tamaño del barrio en dicha época.



EL DIA DE LA VISITA


Mientras Su Santidad Pablo VI se encontraba en el Nuncio Apostólico en el centro de la ciudad, hacias las 3 de la madrugada del sabado 28 de agosto de 1968 centenares de personas procedentes de muchas partes de Bogotá y de Colombia empezaron a reunirse en la plaza de la parroquia de Venecia y sus alrededores gusrdando una verdadera y paciente vigilia.
Llegadas las 7 de la mañana, mientras Su Santidad aún continuaba eb la Nunciatura Apostólica, el barrio Venecia se encontraba poblado en general por personas de escasos recursos económicos que esperaban con fervor la llegada del Papa.

Su Santidad Pablo VI llega al barrio Venecia hacia las 8:20 a.m. El emocionante espectáculo de pañuelos blancos se apoderaba de la parroquia que esta en su totalidad llena de gente.
Pablo VI hace entonces hace su estrada a la plaza principal, que como fondo tiene la parte trasera de la parroquia de Santa Cecilia. Se dirigió hasta la puerta principal y entro al templo a bendecir y a saludar los enfermos. Ancianos en camillas, paralíticos en sillas de ruedas y en muletas, niños en iguales circustancias que levantaron sus cuerpos y extendieron sus manos al entrar el sumo pontífice.

Una vez entró a la parroquia le fué presentado el joven párroco Jaime Sanchéz, hombre de 30 años que había sido ordenado como sacerdote en el año de 1963 y fue enviado al barrio Venecia en mayo de 1967, Su Santidad felicitó varias veces al párroco e incluso lo hizo públicamente durante la homilía.

La misa fué oficiada en su totalidad por el Santo Padre, durante algunos lapsos estuvo ayudado por seis párrocos de los barrios vecinos. Por sorprendente que paresca la misa no fue ociciada en un altar de mármol como podría esperarse ante tan grande dignidad sino por el contrario fué un altar construido en madera especialmente para la ocasión. Tan sólo un Cristo de madera pendía de la pared blanca del templo, además 4 cirios y una copa de cristal y dos macetas de orquídeas en cestas de mimbre eran las únicas flores que había en la base de madera.


Nueve nños e igual número de niñas vestidos de franciscanos y de teresitas, de color crema, recibieron junto con sus respectivos padres la comunión. Yendo al altar en grupos de tres. Una vez terminada la eucaristía Su Santidad paso a la parte posterior de la iglesia para desayunar, como lo había dispuesto con los padres de los niños a las cuales había dado la comunión. Ellos eran 18 padres de familia procedentes de barrios obreros de Bogotá. Este simbólico desayuno era la primera comida recibida por el pontífice fuera de su residencia. El Nuncio Apostólico fue acompañado por Monseñor Aníbal Muñoz y por el párroco de la iglesia.
Se sento en la misma mesa con los sencillos obreros bogotanos a quienes sirvieron las religiosas que habitualmente atendían los menesteres domésticos en esta sencilla capilla.
El desayuno servido al pontífice consistío de una taza de caldo con pandeyucas y café y el mismo menú fué servido a todos en una vajilla regalada por pedernal Corona.

El deseo del Santo Padre por recorrer el barrio una vez finalizada la eucaristía no estaba incluida en el programa oficial pero fué una demostración más de su sincero amor por los pobres. Lágrimas y gritos de júbilo y multitud de aplausos fueron expresados ante tan noble gesto.

Su figura menuda y frágil aunque imponente descendió lentamente del vehículo, para sorpresa de muchos aún incluso el personal de escolta, para penetrar en forma sorpresiva en una casa en donde residían tres familias y luego repitió el mismo ritual en otra casa en donde vivian dos familias pobres, pero muy sencillas de trabajadores. La primera casa permaneció cinco minutos en la cual vivián los matrimonios: El de Miguel Pinzón, el de Benjamón Romero y el de Carlos Eduardo Martínez. Allí hubo sorpresas para todos, incluso para el Papa al encontrar al interior de dicha casa cerca de 25 personas en el momento de la visita. El Sumo Pontífice bendijo a las 25 personas presentes e incluso la casa, ademas de ofrecer 2 Cristos y 2 medallas.

Abordó nuevamente el campero y continuo su recorrido por las polvorientas calles y se presentó a otra humilde casa: La de Jaime y la de Rafaél Liévano quienes vivian con sus esposas, sus hijos y su madre, doña María de Liévano. En ese momento había un total de 16 personas. En esa misma casa, en el segundo piso y de pies sobre una cama mirando hacia la calle, impartió la bendición a los allí congregados.

En estas frases resumieron las cinco familias privilegiadas que recibieron la visita papal toda su alegría: "Para nosotros, manifestaron luego las dos familias, es lo más grande que nos ha podido pasar, nunca olvidaremos estos momentos y cada día nos esforzaremos más por tener un hogar felíz"




Busto de Su Santidad Pablo VI, en conmemoración de su visita





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